domingo, 2 de marzo de 2014

Alex el esquiador

Me desperté temprano después de una larga noche de pesadillas, el sudor frío caía por mi frente y el ritmo agitado de mi respiración me invitaba a levantarme y tomar un vaso de agua. Al regresar de la cocina, decidí asomarme por la ventana del salón  para contemplar el gélido frío y la nieve que blanquecía la montaña –suspiro de relajación- ¡como admiraba aquella hermosa estampa!
Me dispuse a desayunar las ricas tostadas que había preparado, con el pan aún caliente la mantequilla se derretía como la nieve que tanto amaba con la llegada de la primavera; se podía apreciar el rico olor a café que brotaba de la cafetera y su aroma se podía percibir desde cualquier rincón de la casa. Al terminar el desayuno, me vestí con la ropa más abrigada que disponía en el armario, me puse las botas que el día anterior había comprado para pasar la oleada de aire frío pronosticada días atrás, haciendo hoy acto de presencia y que se alargaría durante los días próximos.
Cogí mi 4x4 para ir al pueblo a buscar los esquís y el material que el hotel había mandado a reparar días atrás para las clases que yo debía impartir, se esperaba un gran número de turistas y por lo tanto bastante afluencia de público en las diversas actividades que ofertábamos. Al llegar al hotel contemplé mi agenda y me dispuse a organizar los grupos propuestos para el día de hoy, tenía un total de cuarenta personas apuntadas; al contar con tantos alumnos decidí hacer grupos de cinco, ya que tras la larga nevada de anoche la nieve podría estar mucho más blanda que los días anteriores y eso dificultaría la práctica. Una vez en los vestuarios me atavié con las nuevas ropas de color azul que el hotel me había propuesto como uniforme, cogí el material necesario para impartir las clases con los alumnos y me encaminé hacia la recepción a esperarlos, allí debía pasar un buen rato ya que aún faltaba una hora para dar comienzo a las clases de esquí.
Por fin todos los alumnos se habían presenciado en el punto de encuentro, aunque no todos habían sido puntuales; en algunos se podía observar el nerviosismo típico del que realiza una actividad por primera vez, así que decidí romper el hielo y presentarme hacia ellos gastando alguna broma, aunque el mensaje principal era decirles que me llamaba Alex y que sería su instructor de clases de esquí. Nos dirigimos hacia el sitio en la camioneta destinada para transportar a los alumnos. Al llegar al lugar me encontré con un gran número de policías y la zona acordonada. Al bajarme me entere que habían encontrado el cuerpo sin vida de una chica y se rumoreaba entre los presentes que había sido asesinada, no daba crédito a la noticia, el pueblo siempre se había caracterizado por la tranquilidad y el buen ambiente reinante.
Me dispuse hablar con los policías y les transmití mi voluntad a cooperar con ellos ya que conocía el terreno perfectamente.


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